Por ahí del 15 de julio, cuando el Sol ya llevaba varias semanas sin ninguna actividad apreciable, surgió en el disco solar un grupo de manchas el cual, a medida que pasaban los días y se desplazaba hacia el oeste debido a la rotación solar, se hacía más y más grande. Durante ese lapso ocurrieron varias ráfagas de mediana intensidad pero sin mayores consecuencias para la Tierra. Así fue como la mega mancha pasó a la parte oculta del Sol y presentó entonces una gran explosión acompañada
por una gran eyección de masa coronal, la cual fue detectada por el satélite espacial SOHO, de la NASA.
El nombre de SOHO viene de las siglas en inglés Observatorio Solar Heliosférico, el cual cuenta con un telescopio en luz visible con un coronógrafo para ocutar el disco del Sol, permitiendo observar la corona, que es la parte superiror de la atmósfera de nuestra estrella. La imagen de más abajo permite ver la imagen de la eyección de plasma en su máxima extensión la cual, afortnunadamente, se movió en dirección contraria a la Tierra.
Crédito: Misión SOHO, NASA
Como especial coincidencia, esta mega tormenta solar ocurrió exactamente 5 años después de la mega ráfaga de 2012 que impactó sobre el satélite de investigación Stereo-A, de la NASA, el cual se encontraba a más de 90 grados de la Tierra, con respecto a la línea Sol-Tierra. Al igual que en ese caso, se ha dicho que si la eyección hubiera tenido dirección terrestre, hubiera causado severos daños al ambiente que rodea a nuestro planeta, pero a esto iré más adelante. En la imagen de más abajo se puede apreciar el modelo matemático, así como la observación por el SOHO, de este evento.
Crédito: SOHO, NASA
Del evento de hace 5 años se dice que fue de tal magnitud que puede compararse con el famoso evento de 1857, conocido como "Carrington", por el astrónomo que lo estudió, el cual fue tan intenso que produjo, además de algunas pérdidas humanas, daños severos a la red telegráfica, el equivalente de ese entonces al internet actual. De hecho, algunas personas han bautizado esa red como la "internet victoriana".
En un trabajo en la revista Space Weather describiendo esa enorme tormenta solar, Daniel Baker y colaboradores, todos de la Universidad de Colorado, señalan que los humanos fuimos muy afortunados de que la Tierra no se encontrara enfrente de la nube de plasma. En efecto, eventos extremos como ese son una severa amenaza a nuestra tecnología. Empiezan con una ráfaga en un grupo de manchas, después de la cual llegan a la órbita de la Tierra radiaciones de rayos X y ultravioleta a la velocidad de la luz, las cuales aumentan la ionozación de las altas capas de la atmósfera, ocasionando radio apagones y errores de navegación en los sistemas de GPS. De minutos a horas más tarde, arriban las partículas energéticas, protones y electrones que se mueven a velocidades cercanas a la de la luz y pueden electrificar satélites y dañar su electrónica. Finalmente llegan las millones de toneladas de la eyección de plasma, a la que le toma entre 1 y cuatro días para recorrer la distancia entre el Sol y la Tierra. Los autores llegan a la conclusión de que de haber golpeado la eyección a la Tierra hubiera causado un apagón de nivel mundial, deshabilitando todo lo que se conecta a un enchufe de pared. Además de que como los transformadores gigantes que sostienen las redes eléctricas son sumamente caros y llevan años para repararse, las pérdidas serían prácticamente inconmensurables.
Todo esto es, por supuesto, muy preocupante pero, ¿qué tanto? Bueno, pues según el investigador Peter Riley, quien en 2014 publicó un trabajo también en la revista Space Weather utilizando datos de tormentas solares de hace 50 años y más, la probabilidad de que algún evento tipo Carrington choque con la Tierra dentro de los próximos 12 años es de 12 por ciento. Este número tan exageradamente alto ahora, con la ocurrencia de la tormenta del pasado 23 de julio, se queda chica, es decir, sí es bastante procupante esta posibilidad de que suframos en el futuro cercano un evento de este tipo impactando nuestro paneta. Sin embargo, debemos recordar también que los eventos catastróficos no siguen la estadística "normal" sino que son impredecibles, es decir, pueden ocurrir en cualquier momento y en prácticamente cualquier sitio del disco solar.
Leer toda la nota...