lunes, 15 de septiembre de 2014

De acuerdo, Leibniz puede ser considerado el padre del Cálculo Infinitesimal, pero...¿el padre de la Geología?

A continuación les hago una reseña de una información extraída de la red, así como algunas ideas propias, sobre el famoso Leibniz.

Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) es considerado por muchos uno de los grandes intelectos de la historia. Sus aportaciones son muy vastas en los campos de la filosofía, la física, la política, la literatura y, claro, las matemáticas. La obra de Leibniz en matemáticas incluye, entre otras cosas, la combinatoria, el sistema de numeración en base dos (o sistema binario origen de la computación, por cierto), el cálculo infinitesimal y un sistema de lógica matemática fuera de uso. La naturaleza de su pensamiento se puede percibir en un comentario que hizo sobre los números imaginarios: "El número imaginario es un maravilloso y bello recurso del espíritu divino, casi un anfibio entre el ser y el no ser." Por supuesto, la invención del cálculo se mantendrá como la contribución más trascendente de Leibniz para el progreso humano. Leibniz elaboró ​​su versión del cálculo en los tres o cuatro años anteriores a su publicación en 1677. Los símbolos diferenciales, dx y dy, así como el signo de integral se deben a Leibniz. En varios momentos de su carrera Leibniz fundó revistas, instituciones académicas, e inventó dispositivos mecánicos, incluyendo una máquina de calcular (que, en conjunto con el sistema binario podrían darle también atribuciones de paternidad de las Ciencias de Computación).
Sin embargo, no es muy conocido que algunas de sus muchas contribuciones fueron en el campo de la Geología, cuando se desempeñaba como supervisor de operaciones mineras en las montañas de Harz, Alemania. En esos tiempos hizo observaciones sobre la corteza de la Tierra que podrían acreditarlo para ser considerado como fundador de los estudios de Geología. Por ejemplo, él es el primero en haber afirmado que la Tierra era originalmente material fundido. Leibniz plasmó sus ideas en un libro que tituló Protogaea (ya usando el término griego que posteriormente ha sido empleado en nombres como Pangea, etc) editado en Latín de forma póstuma en 1749, donde plasmó observaciones sobre la formación de la tierra, las acciones del fuego y el agua, la génesis de las rocas y los minerales, los orígenes de sales y manantiales, la formación de los fósiles, y su identificación como restos de organismos vivos. Es tan notable la variedad y clasificación de los temas que trata en Protogaea que los incluimos como entrada aparte (INDICE DE PROTOGAEA).
Leibniz escribió el manuscrito entre 1691 y 1693, pero el libro no se publicó hasta 1749, mucho después de su muerte. Sin embargo, en lugar de ser una relación completa de ciencias de la tierra, Protogaea (es posible adquirirlo en las librerías, la imagen superior de la portada correponde a la edición de la University of Chicago Press) es más bien un compendio de observaciones y especulaciones, aunque contiene algunas ideas que sin duda colocan a Leibniz muy por delante de su tiempo (nuevamente los refiero al índice). Hay que considerar que, aunque James Hutton es considerado el padre de la Geología Moderna, ya que sus observaciones dan pie a principios todavía en uso, Hutton nació 10 años después de la muerte de Lebiniz. Durante el siglo XVII, los estudiosos todavía tenían problemas con la definición de un fósil, y esto se complicaba por el hecho de que un fósil podía definirse como cualquier cosa excavada del suelo. Leibniz reconoció los diferentes orígenes de los distintos tipos de "fósiles" y proponía que algunos de ellos bien podrían haberse formado donde fueron encontrados. Cuando se trata de los objetos que definimos como fósiles hoy en día, es decir, evidencias de organismos vivos en tiempos pasados, el punto de vista de Leibniz fue cambiando con el tiempo. Al principio, él fue influenciado por el erudito jesuita Athanasius Kircher, quien sugirió que los fósiles, a veces (no siempre), son el resultado de "bromas de la naturaleza." De hecho, los escritos de Kircher tuvieron una profunda influencia en el joven Leibniz, quien envió una aduladora correspondencia al sacerdote. Al paso de los años, sin embargo, Leibniz empezó a ridiculizar a su antiguo ídolo. A pesar de esto, algunos historiadores modernos afirman que de gran parte de las constribuciones de Leibniz pueden estar inspiradas en la obra de Kircher. Más tarde, Leibniz tuvo una gran admiración por el historiador natural Niels Stensen o Nicolaus Steno (cuya eventual decisión de entrar en el clero fue una gran decepción para Leibniz). Al igual que Steno, Leibniz adoptó la opinión de que los fósiles eran restos de organismos que vivieron en el pasado. Siendo religioso, Leibniz aceptó (como la mayoría de sus contemporáneos) un lapso de tiempo corto para la existencia de la tierra, como se deduce de una lectura literal del Génesis. También creía en el diluvio de Noé, pero él pensó que era uno de varios, y que cuando las aguas retrocedieron, volvieron a cavernas subterráneas a través de estrechos pasillos, depositando los fósiles. En su opinión, esto explica algunos de los fósiles de conchas marinas incrustadas en las rocas de las altas cumbres. De acuerdo con filósofos antiguos y contemporáneos a él, Leibniz también creía que el fuego tenía una gran importancia en la naturaleza, pero algunas de sus especulaciones sobre el fuego subterráneo tenía una connotación sorprendentemente moderna: “La mayoría cree que hay fuego contenida en este globo, cuya corteza apenas hemos explorado. Los terremotos también pueden indicar claramente que hay túneles de fuego, y los enormes volcanes revelan cavernas llenas de fuego que se extienden a lo largo y ancho”. Sus trabajos no tardaron en llamar la atención de Pedro el Grande. Antes de reunirse con el monarca, Leibniz le escribió estas palabras en 1708: “El verdadero objetivo del estudio es la felicidad humana, en otras palabras, un placer duradero, asequible para tantas personas que les permitiría vivir y tener tiempo de ocio. . . a utilizar sus talentos para practicar la virtud sin pretensiones, para alcanzar un conocimiento de Dios sin mancha y para promover el bien común.” Haciendo a un lado sus agudas observaciones y una pasión por el conocimiento, Leibniz lamentablemente también fue objeto de la credulidad típica de su tiempo. Junto con grabados de amonitas fósiles, dientes de tiburón y esqueletos de peces, en su tratado incluyó un grabado de un unicornio fósil, basado en un descubrimiento anunciado por Otto von Guericke, junto a un grabado de un molar de mamut. Probablemente basado en representaciones de periódicos contemporáneos, el unicornio carecía de las patas traseras. Esta idea ilusoria, sin embargo, es probablemente el primer intento de reconstrucción de un organismo basado en un fósil.
El mismo Leibniz probablemente no se hubiera sorprendido al saber que algunos de sus puntos de vista eran erróneos, pero sin embargo Leibniz profesó una fe en el futuro, afirmando que: “Esta teoría sobre los orígenes y nacimiento del mundo puede ser plausible, e incluso puede contener las semillas de una nueva ciencia llamada geografía natural, pero nosotros nos aventuramos a explorar en lugar de construir. . . . Y aunque los vestigios del mundo en el pasado se ajustan a la apariencia actual de las cosas, nuestros descendientes podrán explicar todo con mayor claridad cuando la curiosidad humana habrá avanzado lo suficiente para describir los tipos de las capas de la tierra y sus clases, que se extienden a través de los distintos territorios.” Nota. Una buena compilación histórica de las Teorías sobre el origen de la Tierra, se encuentra en Pelayo, Asclepio, Vol 48, No 2 (1996).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Ramón:
Muchas gracias es una nota bien interesante pero, nomás por no dejar, hay
que recordar que "Agrícola" en la primera mitad del siglo XVI sistematizó
los estudios geológicos en "De Natura Fossilum" y su bien reconocida "De
re Metallica" que trataré de leer cuando me jubile.
Saludos y gracias otra vez
Luis

Anónimo dijo...

Hola Ramón,

Hay muchos antes que él empezando por los griegos y en el siglo IV Aristóteles, luego Theophrastus que describió minerales, menas, rocas, clasificación de minerales por su dureza, etc. En Roma Plinio el Viejo las bases de cristalografía, Abu al-Rayhan al-Biruni (AD 973-1048), Geología de la India y la hipótesis de que la India una vez fue mar y un montón más antes que Leibniz.

Saludos
Amabel